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Está compuesta de millones de partículas cristalinas que no son cristales en sí mismas sino criptocristales, es decir, son tan pequeñas que no pueden detectarse ni con microscopio.
Las capas concéntricas del ágata se formaron en burbujas de gas formadas en el magma incandescente o bien al llenarse de ácido silícico durante las erupciones volcánicas. Usualmente muestra aros o anillos de colores, giros, crestas, ojos, círculos e incluso paisajes y escenas en variadísimos colores teniendo cada uno su vibración específica.